Sofía Roncero

Sin título III

VENTANA En la casa en la montaña, esa en la que mi abuelo murió a los 40 años mientras la construía. En esa casa tiene lugar periódicamente durante un, en ocasiones breve, y en otras, prolongado espacio de tiempo, antes del anochecer, un fenómeno peculiar y deslumbrante. Un espectáculo de la vida cotidiana, una punzada que desasosiega al alma que lo contempla. Durante varios veranos he intentado capturar este fenómeno, con mayor o menor fortuna. Algunos veranos nunca llegó a darse. Este trabajo es el resultado de años de atención, de la contemplación, como niña, como adulta, con innumerables estados de ánimo. El azar y el libre albedrío coexisten. Estas imágenes me han agitado tremendamente, han abierto una ventana más en mi trayectoria vital. La ventana asume en mi imaginario un carácter a un tiempo metafórico. Por un lado, define el marco que separa lo que está dentro y lo que esta fuera, como si se tratase de una interfaz entre mi espacio y la realidad exterior. La ventana, como objeto, simboliza el paso entre lo visible y lo mental, un espacio de oscilaciones entre imagen, memoria e imaginación.. Este trabajo es una reflexión sobre un instante, la meditación y la conexión con un mundo interior que solo ocurre en el momento preciso en el que la luz contecta con los anhelos y con la intimidad inquebrantable de cada uno. La misma ventana, el mismo momento, con cuatro matices insustituibles a modo de lo que podría parecer un “gif” pero es sin duda el canal de unión entre lo externo y lo interno.